El Mastín Español
Raza española reconocida por la Federación lnternacional de Cinofilia y encuadrada en el Grupo 2°, "Perros de Guarda, Defensa y Utilidad".
Sin analizar hipótesis sobre el origen prehistórico de la raza, los investigadores coinciden que el antepasado original de los perros de gran alzada fue el mastín del Tíbet, perro de proporciones gigantescas que ya fue descrito por Aristóteles.
Igualmente, su fuerza y ferocidad aterradoras, fueron mencionadas por Marco Polo, quien tuvo la oportunidad de ver los perros mastines del Tíbet en la corte del Gran Mogol.
La antigüedad de la raza no está bien definida. Por sucesivas migraciones, los mastines del Tíbet se desplazaron hacia occidente, creando con el transcurso de los siglos diversas subrazas, aclimatadas a diferentes regiones muy específicas, siendo los más importantes el Mastín Español, el San Bernardo, el Dogo de Burdeos, Perro de Presa Mallorquín (Ça de bou), el Mastín Inglés y el Mastín Napolitano. En general, son perros de gran alzada, cabeza voluminosa, morro corto y bastante peso, que pueden alcanzar los 90 kgs.
Continuamente los conquistadores españoles de California se sirvieron de mastines. Estos estaban en la nómina militar y tenían el sueldo de un arcabucero, que percibía el dueño del perro.
Los cronistas Fernández de Oviedo y López de Gomara nos refieren que los conquistadores españoles para cruzar las selvas vírgenes y vigilar los campamentos, tuvieron la ayuda de sus mastines.
Diego de Salazar llevó a las Americas un mastín llamado Becerrillo. Este tuvo un hijo llamado Leoncillo que perteneció a Nuñez de Balboa y fue el primer perro europeo que pudo contemplar el océano Pacífico.
El mastín español es un perro rústico, fornido, de gran simetría, potente y valeroso, que denota en el andar su fuerza y agilidad.
Suele ser manso por naturaleza, busca instintivamente la compañía y las caricias de su amo, no dándose con facilidad a peleas con otros perros. Sin embargo conserva latente la antigua ferocidad de la raza, que se despierta casi instantáneamente tan pronto como es acosado o percibe una amenaza para el dueño, lugares o rebaños cuya custodia se le hubiera encomendado.
Esta característica es especialmente acusada por la noche, dándose el caso de reacciones agresivas del mastín ante situaciones o personas con las que durante el día se mantuvo sumiso y apacible.
La utilización más general del mastín español ha sido como perro de guarda para fincas y rebaños. En tiempos de guerra, dada su fuerza y corpulencia fue utilizado para custodia y arrastre.
Es perro de gran intuición e inteligencia que admite el entrenamiento para guarda y defensa personal, así como para batidas de caza mayor. Es el único que hace frente al lobo y al oso.
Según algún autor, el mastín hizo de Castilla un reino, dado que la primera riqueza que Castilla tuvo fue la oveja Merina y ésta no hubiera podido permanecer ni viajar, dada la enorme cantidad de lobos que entonces había, si el mastín español, el gran coloso y señor de los montes, no hubiera estado allí defendiéndola.
En la antigüedad, los grandes señores y reyes se hacían acompañar por mastines, véanse, desde los bajo relieves de Nabucodonosor, hasta el cuadro de las Meninas de Velázquez (en el Museo de El Prado), y la Campana de Huesca, de Casado del Alisal (Museo de Arte Moderno).
Se han llegado a realizar pruebas de carácter y adiestramiento, habiendo obtenido unos sorprendentes resultados. De hecho, mastines adiestrados protegen polvorines, fábricas, naves industriales y fincas.
Su impresionante presencia, junto con el equilibrado control de su poderío, lo hacen ideal para conjugar las labores de guarda, con la dulzura en la convivencia con sus dueños y en especial con los niños